El ambiente es bonito. El personal muy amable. El sistema de orden electrónico con tablets es nuevo y aún lo están probando. El desayuno estuvo bien. Tostadas normales, café normal. Me gusta la conciencia ambiental.

Un café distinto si querés innovar. Ubicado en pleno barrio de Recoleta, el lugar se trata de un café-restaurant donde la modalidad del pedido es totalmente distinta a cualquier otro sitio, puesto que, en lugar de dirigirte primeramente a: el o la mozo/a, tenés una plantilla táctil donde debes realizar tu pedido. La idea está buena en términos de innovación, no obstante es difícil para quienes queremos cambiar algo del menú prefabricado, así como también para la gente mayor o para aquellos/as no muy habituados/as al progreso de la tecnología; debido a que, a fin de cuentas, debemos acudir a los/as meseros humanos/as del lugar. Respecto del menú, sinceramente es muy variado: como cualquier carta, tenés opciones de desayuno-merienda, como de almuerzo-cena. En mi caso pedí una ensalada -sujeta a cambios- más una gaseosa y luego un café cortado. El resultado fue muy satisfactorio porque metí los cambios que quería, más allá de la opción prestablecida. Asimismo, destaco que hay opciones vegetarianas y de hecho, veganas (por ejemplo, el café que lleva algo de leche -"con leche", "cortado", etc.- puede ser pedido con leche de almendras, aunque, claro, te cobran un recargo). En cuanto a la arquitectura y estética, la verdad es que el comercio es amplio (ya que cuenta con lugares disponibles tanto afuera como adentro -dos pisos-), pero su decoración es rara (dado que tiene como arboledas y demás, que no se entiende a qué lógica responde, más allá del nombre del local). La verdad es que mucho no me gustó. En relación a la atención, fue muy pacientemente atenta. Lo malo es que no hay bicicletero.