legamos un martes frío (invierno) a las 20.15 y la mitad de las mesas ya estaban ocupadas. El salón no es muy grande pero sí algo ruidoso. Tiene la cocina a la vista. Indispensable llegar temprano si no se quiere esperar, ya que aquí no toman reservas.
La propuesta es: platos chicos y medianos, todos para compartir entre los comensales. Tienen una extensa e interesante oferta de vinos en botella o por copa. El precio que abonamos por nuestra experiencia me resultó sumamente razonable.
Todas nuestras elecciones fueron espectaculares; aunque aclaro que tuvimos un poco de ayuda por parte del mozo que nos atendió. Tuvo la delicadeza de preguntar si estábamos visitando el lugar por primera vez, le dijimos que sí y nos hizo algunas sugerencias.
Elegimos para dos personas:
- pan de masa de madre;
- paté de hongos;
- boquerones (10000000000000 puntos);
- calamar (infinitos puntos);
- terrina de conejo;
- pesca;
- flan de dulce de leche y crema de vainilla (imperdible).
Las tres opciones a las que le agregué un comentario entre paréntesis, tendrían que ser obligatorios. El resto también estuvieron muy pero muy bien. Estuvimos aquí aproximadamente 75/90 minutos.
Todos los platos llegaron a la mesa en pocos minutos, salvo los especiales (medianos/principales) pero no hubo una demora tal que nos haya impacientado.
Desde el momento que nos fuimos, no dudé ni un momento en valorar a este lugar con cinco estrellas.
Me gustó mucho. No hacen reserva por lo que conviene ir temprano ya que se llena mucho. Lo bueno es que podes ir tomando un trago o incluso unas copas del vino que pienses pedir mientras esperas a que te llamen. La atención es buena. Probamos el queso cottage que era delicioso. La salchica con polenta que estaba genial. El pan de masa madre muy bueno. Y las famosas mollejas que eran perfectas aunque demoraron mucho en traerlas. Después como todos decían el flan es un pedazo de cielo. Impresionante. Perfecto. Le bajo un punto porque no tienen buen tiraje y salís con mucho olor a leña. Conviene ir cuando uno no piensa seguir la noche en otro lado si no el olor te persigue.
Cada uno de los platos de este lugar está increíblemente logrado, se nota la calidad de los productos y la dedicación que se ponen en cada uno de ellos. El servicio es increíble, son súper amables y te explican todo a la perfección.
Recomiendo ir de muchos y compartir así tienen la posibilidad de probar todos los platos.
Si o si comer el flan, sin dudas de lo mejor que probé.
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