El lugar es bonito, no tiene muchas mesas y yo fuí un día de semana así que estaba tranquilo. La atención también excelente, la chica era súper buena onda. El té de arándanos y el scon de queso muy ricos, el cheesecake meh y para mí la porción era muy chica. Los precios estaban como en la mayoría de lugares.
Un lugar de ensueño, cálido, con una ambientación única e impactante por la cantidad de duendes que lo habitan. Los menús de merienda para compartir son ricos, abundantes y a buen precio. La parte más grande queda en el primer piso, pero hay un pequeño espacio en la planta baja para personas en silla de ruedas.
Ambiente logrado, con detalles interesantes en la decoración y el mobiliario. Gran variedad de sabores de te, y el menú de meriendas es realmente abundante. La pastelería es variada, aunque algunas porciones me parecieron un poco secas. De todas maneras, fui solo una vez y a lo mejor fue sólo mi experiencia. Vale la pena.
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