Primera vez que visitamos este lugar. Lo vamos a convertir en habitual cuando visitamos la zona. La experiencia es excelente de principio a fin. La recepción es muy atenta. Reciben en la puerta con una tabla de pinchos de queso, aceituna, fiambre y una copa de espumante (muy a nuestro gusto, dulce, no seco). Aunque no tuvimos que esperar, igual nos invitaron dos copas a la mesa. El lugar tiene una decoración muy agradable. No es muy grande pero las mesas no están apiñadas. Las sillas son muy cómodas. La música ambiental está a un volumen justo como para no molestar pero lo suficientemente alta como para aislar las conversaciones de otras mesas. Cobran servicio de mesa, por lo tanto ofrecen una panera acompañada por salame y queso untanble. El pan es de interior suave y exterior crujiente. El salame es de elaboración propia. Suave y a la vez gustoso. También novedoso, sale de los clásicos paté que suelen ofrecerse en los entrantes. El queso untable es completamente liviano y aireado, casi una mousse. Saborizado con ciboulete. Hasta aquí todo muy sabroso. Las estrella de nuestra mesa fue la carne...tiernísima, sabrosísima...todos los calificativos terminados en magnificativos. Salió en el punto exacto que la pedimos. La parrilla cocina con madera de quebracho. Aplausos para el asador. Pedimos la ensalada de la casa para acompañar. Excelente presentación, productos frescos y de calidad (unos champignones que ponen en duda que los de lata sean realmente de la misma especie...y la rúcula, tierna, no excesivamente amarga). Es el momento de mencionar el servicio. Cuando nos sirvió la ensalada, el mozo la alineó en la mesa. Todo el tiempo fueron atentos y amables. Por el ambiente general, la velocidad, la calidad del servicio y de los platos, este lugar merece cinco estrellas. Sólo bajamos una en ambiente porque los baños no acompañaban al entorno. Estaban sucios y malolientes (aunque fuimos temprano).