Me tomé una tremenda taza de café con leche, parecía hecha a mano y perfecta para sopa; venía con un croissant bien calentito y mantecoso, buenísimo. Me parece que dos órdenes de eso salió tres mil y algo, bastante bien.
La chica que nos atendió super amable, el servicio rápido, y había como algunos chicos vestidos coloridos, dando vueltas que no se si trabajaban ahí o no, pero parecían amigos y te daban esa vibra de querer ir todos los días y ser parte del grupo.
Además de nosotros habia varias mesas puestas para lo que aparentaba ser una reunión de un club de francés o algún curso, se iban turnando entre tomar café y pararse a practicar textos.
Subo varias fotos de las paredes escritas con tiza, llenas de carteles antiguos y curiosidades, los banderines y las lucecitas colgando, hasta el baño con los espejos coleccionando stickers, todo se suma para crear un ambiente único y original, casi decadente, que creo solo encontrás en cafés con los que te tropezás sin saber que existían.
Fue la primera y única vez que fui por el momento, así que no puedo opinar sobre el resto del menú, pero tengo bastante ganas de volver para probar todo.
Gran lugar, siempre los mejores precios de la zona...muy buen precio la cerveza artesanal
Un clásico de Almagro, si bien la mística bohemia de los orígenes a menguado, a través de los años siguen siendo un gran lugar. La atención siempre buena, por más que los equipos han cambiado la comida nunca decepciona, gusto casero y dedicado... Existe una relación precio-calidad. Y siempre buena onda
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