Una experiencia única. Un poco complicado el acceso por el estado de la ruta, pero el
Hotel es alucinante. Rodeado de viñedos, amabilidad de absolutamente todo el personal y pendientes de cada detalle. Solo pude estar una noche, pero intentaré volver y disfrutar más de la experiencia que significa alojarse en Colomé.
La visita guiada por los viñedos, la degustación y luego el recorrido por el Museo valen 100% la pena. Sabrina nos explico todo muy bien.
La comida exquisita, las vistas, una experiencia inolvidable.
Tuvimos la mala suerte de pinchar y el personal del hotel nos ayudó y se ocupó de resolvernos esto lo más rápido posible.
Gracias y definitivamente volveré!
El lugar precioso, cuesta llegar pero lo vale. Franco fue nuestro guía en la degustación y en el museo y gracias a él todo fue un 10!
Carolina Sansó de la madrid
+4
Uno de los viñedos mas lindos que conocí, excelente el recorrido.
Recomiendo visitar el museo
Bellísimo lugar que compensa el camino de ripio de unos 20 km desde Molinos. Hay que hacer reserva previa para el combo cata-museo-almuerzo. Nos recibieron con una copa de vino hasta que comenzara la cata, que consistió en dos malbec distintos y un torrontés, luego el recorrido por el museo que nos pareció muy interesante, la primera parte, una sala con obras pictóricas no llama mucho la atención, pero el recorrido por una sucesión de salas donde se juega mezclando el arte con la fisica de la luz es interesante.
De allí a almorzar al hotel que se halla a unos quinientos metros. Los platos son muy ricos.
Una salida que vale la pena.
Recomendable.
Nos pareció muy cara la degustación para la calidad de vinos que servían. El lugar es precioso y los empleados nos recibieron muy bien. Darwin nos explicó muy amablemente sobre el proceso y la historia. El museo resultó ser un poco pretencioso, sinceramente esperaba más. La obra no es tan interesante como lo que dicen que es.
Es una bodega realmente excepcional debido al lugar en el que se encuentre ubicada. Sale de lo común debido al museo James Turrel. Una experiencia que todos deberían vivir. El servicio de guiado me pareció básico y un tanto desordenado. La guía se iba y los que quedabamos atrás no sabíamos para donde ir. Le falta calidez en la atención. El resto es una linda experiencia. Sus vinos bastante buenos.
De la viña viene la uva y de la uva el vino y la bodega de Colomé de la oportunidad de probar sus caldos allí mismo, o si llegas a la hora, de comer en el restaurante, donde a las carnes les sienta bien el rojo líquido de la copa.
El sitio es un polo de atracción de visitantes, aunque nunca lo encontrarás excesivamente lleno. Tiene pequeñas tiendas por si quieres llevarte algún recuerdo argentino de calidad, aparte del vino, claro…
Sigue siendo un lugar increíble, con una atención impecable por parte de los guías de la bodega y el museo: José y Franco, quienes son sumamente amables y atentos. ¡Ellos hacen que la visita continúe siendo una experiencia increíble!
Aspectos a mejorar:
👉 el funcionamiento de la página web para celulares;
👉 la atención telefónica... Con varias personas coincidimos en que se debe cambiar a la mujer -con acento porteño- que atiende las consultas telefónicas de muy mala manera. Inclusive, me negó que hace algunos años podía visitarse el Museo James Turrell sin hacer degustaciones en la bodega.... cuando yo misma viví la experiencia. Debido a sus malos modos, habíamos desistido de visitar Colomé. Afortunadamente, otros viajeros insistieron en que valía la pena probar y llegar hasta la bodega, salteando los requisitos y trabas expuestos por la mencionada mujer.
En síntesis, es necesario superar este escollo y llegar hasta Colomé, ¡lugar hermoso por donde se lo mire! 🙂
Lo mejor para mi: el paisaje y el personal (todos absolutamente amables). Después creo que es caro en relación precio/calidad. Hicimos la desgustación (3 vinos, ninguno tope de gama), el paseo por el museo y el almuerzo que no es maridado (entrada, plato y postre). La comida estaba bien pero no destaca y solo incluye una copa de vino. No hay recorrido por el viñedo ni te muestran la bodega pero podés ir a caminar por tu cuenta.
Este lugar es mágico. Fuimos para hacer la experiencia Colomé, que incluía la degustación, la visita guiada al museo de James Turrell y el Almuerzo en el restaurante del hotel. Desde nuestra llegada nos recibieron fantástico, pudimos degustar y conocer de la bodega, probar sus vinos más emblemáticos y continuar al recorrido del museo, realmente un lugar increíble, para desconectar de todo y conectar con los sentidos, la comida que probamos en el restaurante estuvo perfecta, es un lugar para quedarse. Sin dudas volveremos a pasar unos días!
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