Solo viéndolo te dan ganas de entrar, se ve muy cálido y agradable. Hay que esperar a que te abran, no demoran mucho y la recepción es muy cordial. Sin querer llegamos muy justos sobre el horario de cierre de cocina y nos esperaron (pocos minutos, un tiempo razonable) a que elijamos la comida, gesto que se agradece mucho. Las porciones son muy abundantes, sin ir más lejos la entrada de langostinos era apta para una persona de comida liviana y los platos principales MUY bien hechos. La comida la llevaron en "bandejitas" (tiene un nombre pero no lo recuerdo) de metal y la sirvieron en el momento, a muy buena temperatura. Recomiendo sin dudarlo el fricasse de pollo, la salsa con crema y verdeo estaba muy bien equilibrada. No probé lo que pidió mi familia pero fueron pescados y verduras, salvo una espinita el resto fue muy bien recibido. Destacaron el abadejo con mejillones, les encantó. Y el postre no está mal, aunque de todo puede que haya sido lo menos impactante porque, salvo el trifle de frutos rojos en copa, era todo muy convencional. Remarco y valoro muchísimo la atención del personal de salón, siempre atentos, cordiales y con alguna broma simpática en el medio. Entre eso, la ambientación y la comida se pasó una gran cena. Me dio la sensación de estar en una especie de bodegón con calidez de hogar y pretensiones acordes al lugar en el que se ubica, pero sin desentonar en ningún sentido. 1 entrada + 4 platos + 4 postres + 1 vino económico, 1 gaseosa y 1 agua nos dio un promedio de precio acorde a lo brindado, hasta diría que barato para todo lo que recibimos de la casa. Recomiendo 100% y vuelvo sin dudarlo. Gracias por todo!

Ambiente muy cálido. Conviene reservar porque se llena siempre. Recomiendo los platos de pescados, en especial el abadejo con gambas. La panera es excelente! Volvimos y sigue igual de bueno. Los precios son acordes, no una locura como el resto en Carilo. Recomiendo!