Lo más destacable del lugar es la excelente atención, aun con los tres salones llenos, rápida y super amable atención! Los tragos muy ricos, la comida muy bien, las pastas ricas, la mila rellena con puré de batata también rica, no hay críticas, las rabas de entrada no estuvieron tan ricas ya que estaban un poco pasadas de cocción y mucho pan rallado me pareció un exceso ya que son muy finitas y estaban medio duras. LO RECOMIENDO SIN DUDA!

Mi primera experiencia en el lugar fue genial, la atención super amable, estuvimos en planta baja, el lugar tiene mesitas super comodas, con sillas grandotas y un sillón largo a lo largo de toda la pared, además de lugar en la barra y una especie de jardín interno que no llegué a ver si era destechado o no. También tiene lugar arriba, que no fuimos a conocer y mesas en la vereda. Lo bueno de las mesas de planta baja es que están todas cerquita de la caja y que el ambiente no es super gigante, entonces facilita el trabajo de los camareros que pueden verte todo el tiempo (y viceversa) .La ambientación es muy linda, con detalles al estilo años 20, el tramado del techo, el color rojo de los sillones, las lámparas que parecieran ser bocas de trompeta. Todo hace referencia a un ambiente jazzero. La música está al volumen justo, eso se agradece, acompaña muy bien pero no le quita protagonismo a la charla que puedas tener con quienes vayas. Tiene una muy linda carta de tragos, clásicos y de autor. Todos bien presentados, con alguna cristalería muy original. Bien al estilo que esta de moda. Como lo que encontrarías en un spekeasy de Palermo pero cerca del barrio, nada que envidiarle en ese caso a ese tipo de lugares. Fuimos en plan de tomar algo y picar algunas cositas, si cenas te cobran servicio de mesa pero viene una panera de locos! Y el tapeo que pedimos estaba correcto, todo acompañado por batatas fritas. De postre pedimos dos porciones de torta, tamaño justito, más bien individuales. En definitiva nos gustó muchísimo!