Primero lo bueno: de punta a punta, la comida es un fuego. Impecable, no hay un sólo comentario que hacer. Los buñuelos de espinaca probablemente sean los mejores que probé en los últimos años y la porción es generosísima, perfecta para compartir entre dos o tres como entrada. La hamburguesa -una americana clásica- estaba perfecta también: carne poco amasada, ningún condimento en la carne, todos los toppings en la medida perfecta y un pan imperial. Las fritas joya y el alioli impecable también. La milanesa al plato estaba increíble: no tengo 100% claro con qué la empanan -creo que mezcla con panko-, pero mil puntos la carne, por sabor y grosor, y la fritura. La ensalada era una ensalada. Buena carta de vinos, sólido rosado Pinot por copa, y tanto la ambientación como la atención están flama: la casona es hermosa y todo el personal es hiper amable. ¿Por qué no es perfecto? Porque no tiene ningún sentido que un lugar así te obligue a ir a pedir a la barra y después también a retirar el pedido. Cobrame mil pesos más y sumá mozos y ofrecé una experiencia 10/10, hermano. Es tan alevoso que da bronca. Pagamos 10k por persona: una entrada, una hamburguesa, una milanesa, un vino por copa y un vermut a octubre 2023.