El lugar es muy lindo, porque es la casa de Domingo, tiene historia y eso lo hace muy especial. La atención buenísima! Tienen ricos vinos y la comida rica en general. Es necesario reservar!

Todo muy bueno. Una casa antigua de San Martín de los Andes, reconvertida en restaurante gourmet. Un espacio cálido –lograda ambientación regional patagónica-, con detalles que rodean cada una de las mesas, pocas, distribuidas en dos salones, antes habitados por familia pionera. Todo muy bueno. Una carta corta, pero atractiva. Entrada, principal y postre, en tres o cuatro opciones seleccionadas, de cada una. Cena en pareja, optamos por el ojo de bife con mil hojas de papa, y la pasta rellena (salmón), con salsa de mejillones. Ambos platos riquísimos, de sabor, olor y color sofisticados. Compartimos de postre un sorprendente volcán de chocolate con helado, frutos rojos, especial culminación de una fiesta del sabor. Todo muy bueno. Cuidada selección de vinos y espumantes (optamos por un adecuado extrabrut neuquino). Gama de calidad y precios, que se adecuan perfectamente a las opciones de platos ofrecidas. Todo muy bueno. La dedicación y atención de la pareja anfitriona. Tomás -el destacado chef-, se pone evidencia en la calidad de los platos que elabora. Florencia, su pareja, presente en la atención cuidada de las mesas, con una disposición y amabilidad que hacen aún más satisfactoria la experiencia. Experiencia que se acompaña con una playlist de música cuidadosamente seleccionada por ellos mismos, completan el ambiente para el disfrute del momento y el lugar. Finalmente, todo muy bueno. A la hora de pagar no hay sorpresas, precios razonables, adecuados a la calidad y servicio recibidos. “Chapeau” a Domingo y su gente.